¿Qué es ese misterioso Asè o Aché del que se habla en la Santería cubana?
Aché es el nombre dado por el pueblo Yoruba a la fuerza vital, al aliento divino. Es la fuerza invisible y la fuerza mágica sagrada de toda divinidad, de todos los seres animados, de todas las cosas. No aparece de forma espontánea, es necesario transmitirla. Cualquier cambio en la realización existente depende del as. Y, en términos de fuerza, obedece a algunas leyes:
Puede disminuir o aumentar; pero nunca desaparece. Permanece presente hasta la muerte del sacerdote.
Aché se encuentra en una variedad de elementos de los reinos animal, vegetal y mineral. Se encuentra en los elementos de agua dulce y agua salada, en los elementos de la tierra.
El reino animal contiene aché en la sangre. Y en este ámbito incluimos a los seres humanos, siendo muy fuerte además durante el flujo menstrual.
El reino vegetal contiene aché en hojas de plantas, flores, semillas (generadores de vida) y miel, en cierto modo un extracto de la fuerza vital de las flores.
Tan pronto como el aché se presenta en los seres humanos, ejerce su irradiación a través de:
La sangre animal junto con el uso de vegetales o minerales son la fuente esencial para recuperar la fuerza. Cada ritual, ya sea una ofrenda, un proceso iniciático o una consagración, lleva a cabo un implante de fuerza y revitalización.
- Es reabsorbible, trabajable, acumulable y sufre desgaste.
- Se transmite a través de algunos elementos materiales, determinadas sustancias.
- Una vez transferidas de estas sustancias a seres u objetos, el poder de realización se mantiene y se renueva.
- Se puede utilizar para diversos fines.
Puede disminuir o aumentar; pero nunca desaparece. Permanece presente hasta la muerte del sacerdote.
Aché se encuentra en una variedad de elementos de los reinos animal, vegetal y mineral. Se encuentra en los elementos de agua dulce y agua salada, en los elementos de la tierra.
El reino animal contiene aché en la sangre. Y en este ámbito incluimos a los seres humanos, siendo muy fuerte además durante el flujo menstrual.
El reino vegetal contiene aché en hojas de plantas, flores, semillas (generadores de vida) y miel, en cierto modo un extracto de la fuerza vital de las flores.
Tan pronto como el aché se presenta en los seres humanos, ejerce su irradiación a través de:
- El aliento
- El esperma
- La saliva
- El sudor y otras secreciones
- La sangre
La sangre animal junto con el uso de vegetales o minerales son la fuente esencial para recuperar la fuerza. Cada ritual, ya sea una ofrenda, un proceso iniciático o una consagración, lleva a cabo un implante de fuerza y revitalización.
Aché, el aliento divinoQuien vive, para realizarse como persona o realizar magia, necesita el uso del aché. Y esto se logra mediante la sustitución, que es necesaria y se logra mediante la práctica ritual que se realiza desde la época de la creación.
La importancia de la regularidad en los ritos radica en la presencia de entidades sobrenaturales y esto se ve favorecido por la actividad del rito, práctica por tratarse de una ocasión privilegiada para la transferencia y redistribución del aché.
La verdadera diferencia religiosa no es la diferencia entre los que adoran y los que no, sino entre los que aman y los que no aman. Entre los que tienen un aché auténtico y verdadero, porque no todos los que se declaran sacerdotes y sacerdotisas de Orisha e Ifá tienen un aché para transmitir, porque nacieron de quienes nunca lo tuvieron, y por lo tanto nunca lo recibieron.
Ésta es una de las consecuencias de las falsas iniciaciones. Esta es la razón por la que en una familia o linaje religioso tradicional, el aché que se transmite de cabeza a cabeza es el que proviene del Lagba Lagba (anciano) de ese linaje, porque era el heredero natural del aché de ese linaje y, por lo tanto, es el verdadero portador del aché.
El aché individual es posible como atributo divino del cielo, pero este aché no es transmisible a otros como se cree, precisamente porque es un aché individual y no colectivo. Solo el aché colectivo, el que irradia a la familia o al linaje religioso, es el que se puede transmitir y fortalecer. Es por ello que un sacerdote o una sacerdotisa sin familia religiosa -o que por diversos motivos abandona su propio origen- pierde la intensidad y fuerza del aché adquirido por la iniciación dentro de la familia religiosa, porque las familias adoptivas no transmiten aché a esta gente. Por eso se recomienda que nunca abandones a tu familia religiosa si quieres mantener vivo tu aché.
Comentarios
Publicar un comentario